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Monday, June 8, 2009

Trinitas in Unitate

La pluralidad de personas es por lo que para Tomás Dios no es un ser solitario. Ya [-ulano de Poitiers lo había afirmado también. Si -io existiera la pluralidad de personas, Dios serj in ser solitario, porque la soledad no se elimina porque se esté con alguien de otra naturaleza. De esta forma la doctrina de las personas y las relaciones e Tomas no es una especulación abstracta, preocupada sólo por la coherencia lógica, ya que nos muestra la plenitud de la vida en Dios, lo que es incompatible con la soledad. Tomas no lo dice pero parece que la soledad sería una imperfección en Dios. Aunque veladamente parece estar la idea de la comunión interpersonal en Dios. En la plenitud de la vida trinitaria las tres personas se acompañan mutuamente.

La diferencia entre las relaciones es real y se puede decir de cada persona algo distinto de las otras. Tiene sentido la fórmula trinitaria que dice: una esencia que es de tres personas, o tres personas de la misma esencia. En Dios no se multiplica la esencia, lo hacen las personas. Se dice que las personas se distinguen mejor por las relaciones que por el origen. Éste presupone que procede de una persona ya subsistente, por eso es mejor la relación. La relación no sólo distingue a las personas, también las une: la oposición entre ellas ha de entenderse como reciprocidad.

XII.6.- Personas, propiedades, apropiaciones
Las personas constituidas por las relaciones se distinguen también por sus propiedades o nociones. Las nociones son el modo de conocer la divina persona. No podemos conocer la simplicidad de Dios. Le nombramos según lo que encontramos en las cosas sensibles por las que le conocemos. Para hablar de las formas simples usamos nombres abstractos y nombres concretos para hablar de las cosas subsistentes. Al hablar de Dios también usamos conceptos abstractos como paternidad y filiación. Las propiedades concretas de las personas se deducen de las relaciones de origen, por las que aquéllas se multiplican. El Padre no puede darse a conocer por venir de otro, pero otros vienen de él. Por ello le pertenece la innascibilidad y la paternidad. El Hijo proviene del Padre, la noción que le caracteriza es la filiación. Al Padre y al Hijo juntos pertenece la espiración común activa -, al Espíritu Santo la procesión. Tenemos así 5 nociones o propiedades, de las que una es común al Padre y al Hijo.

Estas propiedades o nociones son propias de las personas. Los actos nocionales, que corresponden a estas nociones o propiedades, se han de atribuir a las diversas personas. Estas propiedades se refieren todas a la vida intratrinitaria.
Junto a las nociones y propiedades debemos considerar el concepto de las apropiaciones. Se habla por
apropiación cuando las propiedades esenciales, que de suyo convienen a toda la Trinidad, se aplican a una determinada persona, debido al modo como esta persona se manifiesta. También en los atributos esenciales divinos, los que corresponden a toda la Trinidad, encontramos una manifestación de as personas. Estas manifestaciones constituyen según Tomás las apropiaciones. Buenaventura de manera semejante dice ue las apropiaciones llevan al conocimiento de las personas, aunque los atributos no pasen a ser propios de cada una de ellas.

Ejemplos de apropiación son en el Credo, cuando llamamos a Dios Padre: creador, omnipotente..
., éstos corresponden a los tres, uno es el creador aunque los tres están implicados, pero el Padre como principio en la Trinidad le conviene ser principio en la creación, aunque no lo sea sin las otras dos personas. Tomás sefiala otras apropiaciones como son. la potencia del Padre, la sabiduría del HUo . la bondad del Espíritu Santo, aunque los tres participan de la potencia, la sabiduría y la bondad, pero convienen a la persona a la que se les atribuyen.

El uso de las apropiaciones tiene una base bíblica, de tradición y de uso en la liturgia. El principio de que todas las actuaciones divinas hacia el mundo son comunes a toda la Trinidad o tiene que hacernos olvidar que ésta es un principio que contiene en sí mismo la distinción. Así la actuación salvífica refleja el ser mismo de Dios, pero tanto en la creación como en la salvación actúan los tres, pero cada uno desde su distinción: el Padre como origen último de todo; el Hijo como mediador y pronto se unió el Espíritu Santo como en el que todo existe.
Se puede decir que esta actuación diferenciada de las personas es reflejo de la distinción intratrinitaria, que de algiin modo se prefigura y que en la misión por parte del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo llega a su expresión míxima. La unidad de acción de la Trinidad acl extra, no impide que la distinción de personas en el seno de la Trinidad se refleje en su actuación hacia ej exterjor

XII.7.-L mutua inhabitación de las personas
Es una noción teológica revalorizada últimamente. Se conoce como perichoresis o circumincessjo y nos dice que las personas divinas no son sólo en relación con las otras, sino que están en las otras, que no se da sólo en ellas un “esse ad” sino también un “esse in”.

La base de esta doctrina se encuentra en el Nuevo Testamento y en concreto en algunas palabras de Jesús:
“Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí” (Jn 14,10 s); “así sqbréjs y conoceréis que el Padre está en míyyo en el Padre” (Jn 10,38; cf 17,21), palabras que clan origen al desarrollo de la mutua inhabitación del Padre y del Hijo, mas tarde se amplía al Espíritu Santo.

Dionisio Romano
ve en la inhabjtacjón mutua de las tres personas divinas la garantía de la Trinidad que se reúne en la monarquía del Padre.

Hilario de Poitjers
se basa en la inhabitación mutua para mostrar la unidad de naturaleza del Padre y del Hijo y la perfecta generación del Hijo (texto p.274).

Juan Damasceno
es el primero en usar en sentido trinitario la palabra perichoresis que se convertirá en término técnico, para reflexionar sobre esta realidad, que ya la teología venía reflexionando desde tiempos antiguos. En latín se usa circumincessio, aunque es más tardío.

Tomás
no lo usa aunque habla del tema cuando afirma que: Ja unidad de la esencia y el hecho de que cada persona se identifique con ésta hace que el Padre esté e el Hijo y viceversa y añade que la procesión del Hijo no es “ad extra” sino que permanece en el que lo dice. Lo mismo se puede decir del Espíritu Santo.

El concilio de Florencia considera la perichoresis como consecuencia de la unidad de la esencia divina ( texto p.275). Expresa la unidad en la diversidad. Con la unidad que viene de la esencia común y del amor mutuo cada persona se encuentra en profunda unión y comunión con ¿as otras dos. Manifiesta una dimensión fundamental de la unidad divina: que esta unidad es la de la trinidad. Unidad que respeta el orden de las procesiones, pero muestra la igualdad radical entre ellas, la comunión perfecta en la que cabe la distinción más que la diferencia. No es estar en el otro sj más, que es consecuencia de la unidad de la esencia divina; es una interpretación frecuente que se apoya en Florencia. Sin excluir esta interpretación se puede afirmar que a la vez que es un elemento esencial de esta unidad constituido por la interacción dimímica de las tres personas.

La perichoresis implica ser el uno en el otro, no solo con o junto al otro, la perichoresis une manteniendo la distinción. Se muestra también en la economía: la actuación del Hijo y del Espíritu Santo, en el cumplimiento del designio del Padre, se realiza profunda unidad, desde la encamación de Cristo por obra del Espíritu Santo hasta la resurrección por obra del Padre, e la que no estí ausente la intervención del Espíritu Santo.
Muestra, también, a qué comunión con Dios con Dios estamos llamados los hombres, dice Jesús en Jn 17,21, que los que creemos en él seremos una sola cosa en el Padre y el Hijo’33.

XII. 8.- La problemática moderna de la persona en Dios: Las tres personas en la unidad divina.

En Dios hay tres personas en la unidad de la esencia. Del dato dogmítico se ha pasado a la reflexión teológica sobre la persona que del campo trinitario y cristológico ha pasado al campo antropológico. Destacan dos aspectos: se pone de relieve que la persona es el sujeto, a diferencia de la naturaleza, es el quien con su carácter irrepetible e inintercambiable. 2°.- es el de la relación que ya hemos visto en Agustín y Tomas. La relación para Tomás es específica de la persona divina, no de la angélica ni de la humana. La teología y la filosofia se influencian constantemente y ha motivado la discusión teológica sobre el concepto de persona de los últimos tiempos.

consciente de las dificultades que se derivan del hecho de que en el modo normal de entender la noción de persona, la expresión tres personas puede equivaler a tres centros distintos de conciencia y actividad lo que llevaría a un entendimiento herético del dogma. Hay que evitar que se consideren las tres personas en Dios como tres subjetividades, lo que llevaría al triteísmo, pero respetar al mismo tiempo la peculiaridad de cada persona.
Consecuente con su axioma fundamental
- (la Trinidad económica es la Trinidad inmanente y viceversa) - Rahner parte de la idea de que, en el caso que Dios quiera comunicarse a los hombres, es el Hijo el que ha de aparecer históricamente en la carne como hombre, y el Espíritu Santo, es el que opera la aceptación de dicha comunicación en la fe, esperanza y amor por parte del mundo.

Si Dios libremente decide autocomunicarse, ya no es libre de hacerlo de otro modo, porque entonces la autocomunicación, sería otra cosa y no nos diría nada sobre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
La comunicación de Dios al hombre tiene e cuenta la estructura de éste, por eso Rabner habla de unos aspectos que se dan en esta comunicación:
- La iniciativa divina original,
- la oferta de la autocomunicación que es el plan de acuerdo con el que se ha esbozado ej mundo,
- y la aparición de la verdad de Dios, de su esencia.
—. Esta aparición es oferta, origen, historia que pide la aceptación en el amor.
Por otra parte el futuro y la trascendencia se ven unidos con relativa facilidad. El fuliiro no es simplemente lo que no ha llegado todavía, sino que es la modalidad de la comunicación de Dios que se cta al hombre como consumación del hombre mismo. La oferta de Dios lleva consigo la aceptación de la misma, ya que ésta es obra de Dios mismo. La autocomunicación que pretende ser absoluta y produce la posibilidad de ser aceptada y su aceptación misma es lo que designamos como amor.

Así la verdad y el amor constituyen las dos modalidades de la autocomunicación divina. La comunicación como verdad tiene lugar en la historia y como amor significa la apertura de esta historia en la trascendencia hacia el futuro absoluto. Las dos dimensiones están intrínsecamente unidas, se condicionan mutuamente pero no se identifican:
“La autocomunicación divina tiene lugar en la unidad y dferenciación en la historia (de la verdad) y en el espíritu (del amor) “.

Dios se comunica así económicamente, de aquí Rahner quiere pasar a la Trinidad inmanente. Porque la primera no puede considerarse tal, más que a partir del doble modo que tiene Dios de comunicarse a sí mismo en su vida interna: el Padre se da a sí mismo al Hijo y al Espíritu Santo. El doble modo de autocomunicación hacia fuera tiene que convenir a Dios en sí mismo, porque de lo contrario no se habría comunicado verdaderamente. Este doble modo de autocomunicación de Dios tiene dos efectos creados
la humanidad de Cristo y la gracia creada en el hombre diferentes en sí mismos, pero no se puede reducir a ellos. Son consecuencia de los modos de comunicación de Dios en el seno de la Trinidad, pero no constituyen la diferencia entre ambos.

Si queremos expresait qu es la Trinidad inmanente a partir de la Trinidad económica nos encontramos con el Dios único en cuanto es al mismo tiempo el ser sin origen, el que es pronunciado para sf con verdad, y el que es recibido y aceptado por sí mismo con amor. Sólo así Dios se puede autocomunicar hacia fuera con libertad. Dios se comunica a sí mismo y a la vez establece la diferencia con lo comunicado y recibido. Lo comunicado, e cuanto se da esta unidad y diferencia, recibe el nombre de esencia divina. La diferencia entre el que originariamente se comunica a sí mismo y lo pronunciado y recibido debe entenderse como “relativa”. Esta relación que distingue en Dios o ha de considerarse como algo de menor importancia; la relación no es la menos real de las realidades porque la Trinidad es lo ms real que existe.

Pasa a hablar de la “aporía” del concepto persona en la teología trinitaria. Al hablar de Dios no podemos hablar de tres personas en el sentido ordinario de la palabra. En Él no significa multiplicación cje la esencia como ocurre al hablar de tres hombres, ni tampoco la igualdad de la personalidad de las tres personas, en el caso de los hombres son iguales en tanto que hombres, aunque sean distintos. En Dios se da una distinción consciente, pero no a partir de tres subjetividades, su ser consciente se da en una sola conciencia real. La triple subsistencia no es cualificada por tres conciencias. Rahuer dice que en el seno de la Trinidad no se da entre el Padre y el Hijo un “tú” recíproco. Segimn esto el “tu” que es el Padre para Jesús, segjn los evangelios, sería consecuencia de la encarnación (cf Mt 1 1 ,25 ;Mc 14,36).


.-Unidad de sujeto en flios? Propuestas alternativas al término “persona”.
.- Kart Barth
En su evolución el concepto de persona pasa a significar “un ser que se posee a sí mismo en la
7utoconciencia y la libertad”.
K Barth es el 1° e notar las dificultades que en el campo teológico
Dueden surgir si se acepta con todas las consecuencias esta definición y se aplica a las tres personas
divinas. Significaría que en Dios hay tres centros de conciencia, tres voluntades, tres libertades, tres
sujetos capaces de autodeterminarse. Se acerca al triteísmo.

Barth parte de que Dios se revela y manifiesta como una unidad indisoluble e indestructible, Domo el Dios que se revela, el acontecimiento de la revelación y el efecto de la misma en el hombre. Es el mismo Dios que e una unidad indestructible es el revelador, la revelación y el ser revelado. A este Dios se le atribuye al mismo tiempo una diversidad en sí mismo en estos “tres modos de ser”.

Dios es según revelación:
“en indestructible unidad el mismo, pero a la vez, en indestructible unidad, (res veces el mismo de manera diversa “. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son en la unidad le su esencia el único Dios y en la diversidad de sus personas, precisamente el Padre, el 1-lijo y el Espíritu Santo. En la Encarnación del Hijo esta el punto de partida, para entender que hay en Dios mismo una diferencia, que es propio de Dios “ser otra vez” Dios en la humanidad, en la forma cTe quel1o que el mismo no es. El Dios que se revela en la Escritura es uno en tres específicos modos de ser que existen en sus relaciones mutuas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así es el Señor, el Tú que sale al encuentro del Yo humano y así se le revela como a su Dios. Es Dios en una triple repetición y solamente en esta repetición es el único Dios. No hay en Dios tres personalidades, no hay tres “Yo”, sino un solo “Yo” que se repite tres veces.

Barth insiste mucho e la “personalidad” de Dios y subraya su unidad. Cita al XI Concilio de Toledo y dice que, la Trinidad que es el único y verdadero Dios ni se aparta del número ni se entiende por el número. En Dios están superadas todas las limitaciones que atribuimos a la unidad, Dios no es soledad, ni aislamiento. La unicidad del Dios revelado incluye la distinción y el orden de las tres personas o mejor de los tres modos de ser. De la revelación se deduce que Dios no es un poder impersonal (texto p. 278).

No hay ninguna propiedad ni acción en Dios que no sea del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las diferencias vienen de las distintas relaciones de origen. Los “tres modos de ser” son iguales en su esencia y en su dignidad sin distinción ninguna en su divinidad. La doctrina trinitaria niega todo modalismo y subordinacionismo. La unidad y la trinidad en Dios van unidas.

Su terminología de los
“modos de ser”, no ha sido comprendida y se le ha acusado de modalista, pero hay que tener presente que él claramente afirma la diferencia en Dios mismo, no solo en su modo manifestarse. Su enseñanza es clara, así “Dios es Padre en la creación porque antes es Padre en su esencia en cuanto Padre del Hijo ¿Es adecuado el uso que hace Barth del concepto de persona en Dios? Afirma la pe so
divina, pero en la tradición el concepto persona ha servido para dar a conocer la diversidad no la
¿ unidad, como parece que tiende él a hacer.

Por otra parte el sujeto que se
autoposee es solo un aspecto del concepto moderno de persona; también la relación entra e él. Sus definiciones del Dios personal parten de la concepción moderna de la persona aunque la haya recogido sólo en parte y lo haya aplicado a Dios en su unidad y no e su trinidad.
En la economía salvífica el Padre y el Hijo siendo una misma cosa, Jn 10,30, aparecen mas como un yo y un tú intercambiables, que como un yo repetido. Para la revelación cristiana se hace difícil concebir la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como la repetición de un Yo.

Karl Rahner
Es quien en el campo católico se hace cargo cte las preocupaciones de K. T3arth. K. Rabuer es consciente de que el término persona esta sancionado por un uso multisecular. Pero también es

Según Rahner la subsistencia o sería personal e el sentido actual de la palabra, no sería centro de actividad. Inspirandose en Tomás propone: “el Dios único subsiste en tres modos distintos de subsistencia y desde su axioma afiacle que: “la autocomunicación única del Dios único tiene lugar en tres modos distintos, en los que se da en sí mismo el Dios único e idéntico. . . Dios es el Dios concreto en cada una de estas formas de darse, que naturalmente tienen unas relaciones mutuas entre sí, sin 1 usionarse modalísticamente ( ver texto p.283)

La divinidad concreta existe necesariamente e estas tres formas de subsistencia, no hay que pensar en una divinidad previa a ellas. La 1” foa de subsistencia constituye a Dios como Padre, principio sin origen de la autocomunicación y automediación divinas, de tal manera que no hay nada anterior a ella. Esta fórmula de Rahner dice poco del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, pero lo mismo pasa con las anteriores. El hablar de formas de subsistencia tiene la ventaja que no insinúa la multiplicación de la esencia y la subj etividad como ocurre con persona.

Tanto Barth como Raliner quiere evitar caer en el triteísmo sin ser modalistas. Para Rabner la Trinidad no es sólo económica, es también inmanente. Los modos de comunicarse Dios hacia fuera corresponden a lo que Dios es en sí mismo. Los dos insisten en que el punto de partida esta en el Padre, no hay esencia previa a estos tres modos cte subsistir, diferenciados y a la vez unidos e las relaciones reales.

Persona es, en los últimos tiempos, no sólo el individuo que se autoposee y es consciente de sí, sujeto y centro de actividades, en ella entra también la comunicación, el amor, es decir, la relación. Hablar de tres personas en Dios es decir que Dios es relación, es comunión, guardando las debidas cautelas y evitando caer en representaciones de las tres divinas personas según modelos humanos.

Frente al yo repetido de Barth y a la exclusión del tú reciproco de Rabner hay autores católicos que defienden que las personas divinas se caracterizan por la conciencia de sí y la libertad, existiendo en sí, y no sólo distinguiéndose de las otras sino relacionándose con ellas. Con los tres modos cJe ser o las tres formas de subsistir no expresan la dimensión del misterio que es la unidad en la intersubjetividad, mas bien se corre el riesgo de negarla. Esto además crea problema entre la Trinidad económica y la inmanente, ya que Jesús aparece en actitud dialogal con el Padre.
Otro problema es Barth y Rahner admiten el término persona actual pero no lo aplican a las tres “personas” como se hace tradicionalmente, sino a Dios mismo como sujeto absoluto. Para Barth Dios es el sujeto de su autorevelación y para Rahner es el sujeto de su autocomunicación. La tradición cristiana habla de unidad de sustancia o de esencia, pero no de la unidad de sujeto. Ciertamente no podemos hablar de tres autoconciencias diversas en Dios, pero no se sigue que haya que negar tres centros de conciencia y de acción, tres “agentes”34.

XII. 9.- Las personas se realizan en su mutuo amor. El modelo social de la Trinidad.
J. Moltmann es el que ha fundado su teología trinitaria sobre la comunión de las personas. Se coloca en el extremo opuesto de Barth y Rahner. Piensa que en la historia no se ha dado nunca el peligro del triteísmo y que la lucha contra él es un modo de ocultar el modalisnio. Dice que Barth y Rhner han acogido el concepto actual de persona de forma fragmentaria, porque dice que: el Yo sólo puede ser entendido en referencia a un Tú, es por tanto un concepto de relación. Persona y relación van juntas, y no existe la una sin la otra.

Moltmann ve dificultades en emplear el término sustancia por que no es bíblico, y si se ve la unidad de Dios e este plano, ésta se entiende como un neutro, como algo no personal. Estos caminos subjetividad absoluta y unidad de sustancia
son inviables, Moltmann ve otro camino que es el de perichoresis, a partir de ella podemos llegar a la unión con Dios. (Texto 286). Entre lo que dice, afirma que “la unión de la Tri-unidad está dada por la comunión del Padre, del HU0 y del Espíritu Santo y no es necesario acudir a la unidad de la sustancia divina”. Las dimensiones del yo y de la relación las ve íntimamente unidas, por eso dice que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no sólo son distintos por su personalidad sino que por esta misma razón están

cada uno de ellos con y en el otro. Las tres personas unidas por su nwtua relación y por su mutua inliabitación. Persona y relación surgen simultáneamente y en conexjó, están unidos “genéticanente”, según Moltmami. Son las dos caras de una misma realidad.

Quiere sacar consecuencias para su Teología política: el monoteísmo entiende a Dios en términos de autoridad, dominio. El misterio Pascual de Jesús da otra visión de la soberaiía: Dios es entendido como comunión, y por tanto la libertad es a su vez unión y comunión. La Trinidad así entendida es un programa social. Los hombres creados a imagen de la Trinidad están llamados a este tipo de unión, a esta perjchoresis, dice:
“A la unidadpericorétjca del Dios trino y uno corresponde la experiencia de la comunidad de Cristo “. La mutua inhabitación de las personas demuestra que no hay en la Trinidad subordinacionismo

Moltmarin quiere eliminar la distinción entre Trinidad económica y la inmanente. La función positiva de esta distinción se halla en salvaguardar la libertad de la gracia que Dios nos da. La cruz aparece solo en la economía salvífica, no en la Trinidad inmanente. Pero la distinción se revela inoperante cuando se parte de la idea de que en Dios libertad y necesidad no se oponen, sino que coinciden en el amor. Dios ama al mundo con el mismo amor que él es.

Habla de la constitución de la Trinidad y se sirve para ello de los conceptos tradicionales; habla también de una vida trinitaria, de la Trinidad inmanente, la comunión de amor de las tres personas en la mutua inhabitación. Dios esta abierto al mundo, al tiempo y a la historia.

El problema de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es cuestión de la escatología, de la consumación de la historia trinitaria en Dios mismo. La historia trinitaria estará completa cuando en la consumación escatológica Dios lo será todo en todos (iCor
15,28), Dios será glorificado en la creación y la creación glorificada en Dios.
Moltmann ve las personas relacionadas, pero no admite que Ja relación sea la persona o que la constituya. Piensa que esto lleva al modalismo. El Padre está relacionado con el Hijo, pero este hecho no lo constituye, sino que presupone su existencia. Por evitar el modalismo se puede caer en su contrario. No se abandona el concepto de la unidad de naturaleza en Dios, pero se hace difícil evitar la impresión de que esta naturaleza es poseída por los tres que en un segundo momento entran e relación’ (texto p.288)
xII.1o.- Autoconcjencja y alterjdad en las personas divinas
“La doctrina de la Trinidad no puede dejarse encerrar en la falsa alternativa entre una concepción rígidamente monosubjetiva y una concepción social de la Trinidad”. En la teología católica se ha tratado de evitar estos dos extremos. Si la unidad de la esencia divina excluye en Dios tres autoconciencias, no por ello hay que excluir tres agentes, tres sujetos, ni renunciar, con las debidas cautelas, a una iluminación del misterio de la unidad divina que tenga en cuenta la alteridad y la intersubj etividad.
Todavía en el marco de la escolástica tradicional Lonergan hablaba de tres sujetos Padre, Hijo y Espíritu Santo, que referidos unos a otros por las relaciones, son conscientes cada uno de ellos de sí mismos y de los otros a los que están referidos. Hay tres sujetos divinos y conscjentes, lo que no significa que haya pluralidad de conciencias porque en Dios el acto esencial y los actos nocionales no se distinguen realmente. Al haber pluralidad de sujetos hay pluralidad de sujetos conscientes.
“Hay tres sujetos recíprocamente conscientes por medio cíe una sola conciencia que es poseída de modo diverso por cada uno de los tres “. Le sigue casi literalmente W. Kasper, que por su parte habla también del diálogo que caracteriza a las tres personas divinas. “Las personas divinas no existen sólo en dialogo son ellas mismas diálogo “.
No solamente el yo divino es infinito sino que es además total comunicación de su infinitud. Así la comunicación del Padre al Hijo, engendra a éste en su plenitud, como único Dios con él. La persona está constituic4 par exisUr en plenitud en la intercomunicación personal. Cada persona es total comunicación de sí misma, y la perfecta comunicación comporta armonía total, unidad infinita, en la plenitud de la conciencia, de amor y libertad. Una comunicación personal recíproca, total e infinita, se
‘35 ct. JADARA, L. ElDios vivoy verdadero, pp. 286- 288; LAJJARIA, L, La Trinidad, misterio de comunión, pp. 106- 120
98
total donación a las otras dos. Sólo en cuanto relacionada con las demás tiene cada persona divina su identidad propia.
Se puede pensar siguiendo las palabras de Jesús:
“Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío y “Que todos sean uno, como tú Padre estás en mí y yo en ti “, e Jn 1 7, 1 0.2 1 , con la necesaria inclusión
del Espíritu Santo en una unión de las personas que manteniendo la distinción que corresponde al yo y
•. al tít, elimine el mío y el tuyo.
Unidad no es sólo un estar “con” sino estar “en” el otro, en comunión perfecta que es inhabitación recíproca. Es clara la diferencia con la persona humana, que aunque esté siempre en relación y abierta a los demás, existe siempre en una cierta tensión entre el ser uno mismo y la relación con el otro, (por eso podemos cerrarnos a Dios y al prójimo). An en la comunión más perfecta, no podemos hacer partícipes a 105 demás de todo lo que somos ni participar plenamente de todo lo que son y tienen los que nos rodean. Pero en Dios las personas existen en la desapropiación total de sí y en la donación absoluta.
No hay que olvidar la infinita superioridad del modelo sobre la imagen y la imposibilidad de encerrar a Dios en nuestros esquemas humanos. Cualquier imagen está siempre relativizada, lo que no quiere decir que debamos despreciar los esfuerzos de la teología, ni los intentos siempre nuevos de dar razón de nuestra esperanza.
En la unidad de la única divinidad subsisten el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo distintos realmente unos de otros en virtud de las relaciones recíprocas, pero éstas no sólo los distinguen sino que les unen en un amor infinito y en la compenetración mutua. Unidad y distinción no se oponen en Dios. (295) El Nuevo Testamento nos habla de una unidad en la distinción que va más allá de lo que imaginamos.
En Dios no se da repetición, por lo que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no solamente son distintos, sino que son personas de manera distinta. A partir de Agustín crea problema el uso del plural “tres personas”. Se hace por necesidad. Cada una de las personas se identifica con la esencia divina de manera que Dios no crece con la suma del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Desde el principio se advierte contra la multiplicación en Dios. El concilio XI de Toledo nota que Dios es Trinidad, pero que no es “triple”. Cada persona no es sin las otras, pero no quiere decir que necesite ser completada porque le falte algo. Cada persona es Dios enteramente. La referencia a las otras personas divinas pertenece necesariamente al ser divino, pero por otra parte se da en el puro desbordamiento del amor, no para suplir cualquier tipo de deficiencia o de falta’36.
36 c&. LADARIA, L. ElDios vivoy verdadero, pp. 289- 296; TADARJA, L, La Trinidad, misterio de COmunión, pp. ¡20-133
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opone a la independencia y a la limitación. No hay por tanto en Dios, tres conciencias distintas, sino perfecta unidad de sustancia y amor, no hay tuyo ni mío.
Pero esta conciencia es personal. La conciencia divina es una pero el “yo” divino no es el yo común a las personas, sino distintamente el yo propio de cada una. Cada persona divina es consciente de sf siendo conscientes de que es Dios, por eso esta conciencia es en comunión, es una conciencia ejercida por cada uno en comunión con los demás. (p. 290).
Otros autores católicos han seguido con más decisión la línea del diálogo y de la analogía de las relaciones interhumanas que claramente insinuaban algunos teólogos citados: e Agustín hay algunos trazos pero en él predomina la analogía psicológica. Ricardo partía del análisis del amor intrahumano y no cuesta esfuerzo observar en las teologías católicas más recientes un renovado aprecio de esta orientación.
Junto a la categoría del “yo” que predomina en Barth, se ha usado también explícitamente la del nosotros en Dios, aunque de modo diferente según los autores.
El modelo desarrollado por FI. Mühlen: el Padre es caracterizado como el Yo, el Hijo como el Tú y el Espíritu Santo como el nosotros del Padre y del Hijo, el “nosotros en persona”. Observa que el nosotros no puede ser plural de la primera persona, Yo hay sólo uno. Nosotros es a la vez plural de la primera y segunda persona. El matrimonio es una imagen: no es tuyo ni mío, es nuestro. Se coloca en la tradición de la Teología occidental que ha visto al Espíritu Santo como el amor mutuo del Padre y del 1-lijo y la expresión de su unidad, éomo ya ocurre en Agustín y en gran parte de la tradición occidental. No lo deja muy claro.
A partir de Agustín define J. Ratzinger, (texto p.29 1
), la persona como el fenómeno de la total relatividad, que en su plenitud sólo puede tener lugar en Dios, pero que señala la dirección de lo que en algún modo es todo ser personal, y por lo tanto también el hombre. En la Teología católica no existe el simple principio dialógico “yo-tú” de los tiempos modernos. No existe en Dios porque en Él se cia siempre el nosotros del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, ni en el hombre, que existe sólo en la continuidad del pueblo de Dios, en último tiempo existe en Cristo, que une el nosotros de los hombres hacia el Tú de Dios.
También U.U. von Baltasar, usa la imagen del nosotros pero no del nosotros de los tres como hace Ratzinger, sino del Espíritu Santo como el nosotros, el eterno diálogo entre el Padre y el Hijo, en una línea que tiene sus puntos de contactos con MUihen. Pero usa también la imagen de la fecundidad matrimonial que se abre en el hijo. Según esta metáfora el Espíritu Santo aparecería más bien como el fruto de la unidad del Padre y del Hijo. Von Baltasar piensa que con esta imagen se da un complemento a la idea de diálogo exclusivo yo
tú, que, a pesar de todas las diferencias, correspondería también a la “imago Trinitatis” inserta en las criaturas. No supera solamente la cerrazón del “Yo” en el concepto agustiniano, sino que también permite que el “condilectus”, que en el bosquejo de Ricardo es traído más bien desde fuera, surja de la misma comprensión interna del amor. Es claro -que esta imagen no puede absolutizarse sin el riesgo de caer en un triteísmo. Pero puede ayudar a mostrar que la unidad de los dos se expresa y se garantiza en un tercero, que el amor perfecto entre el que ama y el amado no se da sin el condilectus que brota desde el interior de este mismo amor.
La Teología católica ha tratado, con diferentes matices, de iluminar el misterio de las divinas personas en su unidad y en su distinción combinando los elementos de la autoposesión y la autoconciencia y de la relación interhumana.
La autoposesión en la conciencia de sí, la condición de “sujeto”, son reconocidas como elementos integrantes de la noción de la persona divina. No ha sido muy seguida en este sentido la propuesta de K. Rahner, aunque su advertencia frente al peligro del triteísmo no ha caído en el vacío. Se subraya que los tres “sujetos” tienen una sola autoconciencia, una sola libertad, un solo amor y conocimiento. Cada uno se autoposee y es consciente de sí en la relación con las demás personas y en la comunión plena con ellas. Cada uno es distinto en la radical relacionalidad, de tal manera que el ser de cada una de las personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y la correspondencia con las otras dos son idénticas.
En las personas divinas coincide el ser de cada una de ellas con la relación con las demás en la comunión perfecta del único amor. La autoposesión de cada una de las personas se identifica con la

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